Decía Hesíodo que, justo después del Caos -del griego, "desorden"-, el primer elemento surgido en el mundo ya ordenado -kosmos- fue el Amor.
Queda claro, pues, que el Amor ha estado ahí desde que el mundo es mundo y parece que así seguirá. Ello se debe a la espectacular capacidad que tiene el Amor de adaptarse al medio. Supo ser primitivo en las cavernas, limitado a un desesperado acto físico para tirar adelante una especie con más papeletas para extinguirse que para triunfar y finalmente dominar el mundo; clásico y desenfrenado por igual en las ágoras griegas y las domus romanas;oscuro y sutil en la Edad Media; refinado y bucólico en el Renacimiento; apasionado y torturado en el Romanticismo...
Y ahora? El Amor, a pesar de lo que digan, se mantiene en su esplendor siendo el único producto de primera necesidad que nadie se atreve a rechazar sin haberlo probado antes. Es más, como sabio elemento que ha presenciado los albores del Universo, sabe estar en todos los sitios del momento, colándose por vericuetos en los que hubiéramos jurado imposible verlo.
Un buen ejemplo de ello son los 140 caracteres de nuestro querido Twitter. ¿Quién no se ha sorprendido sonriendo como un bobo ante el puntito azul que nos indica la recepción de un DM de aquel tuitero/a que nos roba dulcemente nuestros #FF? ¿Quién no ha espiado - ¡ah, los celos!- el TL de esa persona por cuyas menciones sacrificaríamos nuestro número de followers? ¿Quién no ha abusado de los emoticonos a fin de acercarnos, si quiera virtualmente, un poco más al rey -o reina- de los favoritos de nuestro corazón?
Quizá algunos me podéis decir que eso no es amor, sino el cortejo superficial entre dos desconocidos que creen conocerse y gustarse cuando ni siquiera pueden estar seguros del nombre que preside su TL.
Quizá, pero ¿no es incluso amor la apariencia del amor? ¿Es acaso el Amor otra cosa que el anhelo de ser comprendido y querido? ¿Importa algo que no trascienda a esos 140 caracteres? ¿No es cierto que el Amor empieza en nuestra mente y se expande cual virus al resto de nuestro ser? Y si empieza en nuestra mente, ¿cómo no enamorarse en la red social que más agilidad, inteligencia, humor e idoneidad exige?
Queda claro, pues, que el Amor ha estado ahí desde que el mundo es mundo y parece que así seguirá. Ello se debe a la espectacular capacidad que tiene el Amor de adaptarse al medio. Supo ser primitivo en las cavernas, limitado a un desesperado acto físico para tirar adelante una especie con más papeletas para extinguirse que para triunfar y finalmente dominar el mundo; clásico y desenfrenado por igual en las ágoras griegas y las domus romanas;oscuro y sutil en la Edad Media; refinado y bucólico en el Renacimiento; apasionado y torturado en el Romanticismo...
Y ahora? El Amor, a pesar de lo que digan, se mantiene en su esplendor siendo el único producto de primera necesidad que nadie se atreve a rechazar sin haberlo probado antes. Es más, como sabio elemento que ha presenciado los albores del Universo, sabe estar en todos los sitios del momento, colándose por vericuetos en los que hubiéramos jurado imposible verlo.
Un buen ejemplo de ello son los 140 caracteres de nuestro querido Twitter. ¿Quién no se ha sorprendido sonriendo como un bobo ante el puntito azul que nos indica la recepción de un DM de aquel tuitero/a que nos roba dulcemente nuestros #FF? ¿Quién no ha espiado - ¡ah, los celos!- el TL de esa persona por cuyas menciones sacrificaríamos nuestro número de followers? ¿Quién no ha abusado de los emoticonos a fin de acercarnos, si quiera virtualmente, un poco más al rey -o reina- de los favoritos de nuestro corazón?
Quizá algunos me podéis decir que eso no es amor, sino el cortejo superficial entre dos desconocidos que creen conocerse y gustarse cuando ni siquiera pueden estar seguros del nombre que preside su TL.
Quizá, pero ¿no es incluso amor la apariencia del amor? ¿Es acaso el Amor otra cosa que el anhelo de ser comprendido y querido? ¿Importa algo que no trascienda a esos 140 caracteres? ¿No es cierto que el Amor empieza en nuestra mente y se expande cual virus al resto de nuestro ser? Y si empieza en nuestra mente, ¿cómo no enamorarse en la red social que más agilidad, inteligencia, humor e idoneidad exige?
Me ha encantado!!Cuanta verdad!Me gustaría que algún día hablaras de la soledad de la mujer del informático o la mujer del autónomo,jejeje
ResponderEliminarEs tan dulce ser amado que uno se contenta hasta con la apariencia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Paraiso!
EliminarDebemos jugar con las cartas que nos reparta la vida, aunque a veces sean solo la apariencia de amor ;-)